29.5.10

Me quedo callado

Me quedo callado, soy como un niño dormido que puede despertarse con apenas sólo un ruido, cuando menos te lo esperas, cuando menos lo imagino. Sé que un día no me aguanto y voy y te miro. Y te lo digo a los gritos y te ríes y me tomas por un loco atrevido, pues no sabes cuánto tiempo en mis sueños has vivido, ni sospechas cuando te nombré. Yo no me doy por vencido, yo quiero un mundo contigo, juro que vale la pena esperar, y esperar un suspiro, una señal del destino; no me canso, no me rindo, no me doy por vencido.
Tengo una flor de bolsillo, marchita de buscar a una mujer que me quiera y reciba su perfume hasta traer la primavera y me enseñe lo que no aprendí de la vida que brilla más cada día, porque estoy tan sólo a un paso de ganarme la alegría, porque el corazón levanta una tormenta enfurecida; desde aquel momento en que te vi. Yo no me doy por vencido, yo quiero un mundo contigo, juro que vale la pena esperar, y esperar un suspiro, una señal del destino; no me canso, no me rindo, no me doy por vencido.
Este silencio esconde demasiadas palabras, no me detengo, pase lo que pase seguiré.
L.F.

23.5.10

Moltes altres qualitats

Moltes altres qualitats que no tenen res a veure amb les possessions d’una persona són les que ens defineixen, les que permeten saber qui és qui. El coneixement, la cultura, la raó, el sentiment, la bondat, saber què fer o dir en cada moment, tenir uns valors propis, uns pensaments; tot això és essencial, però per tenir una opinió, poder criticar, discrepar o tractar un assumpte, s’ha de saber, conèixer d'allò que estàs parlant.
Obrim-nos al saber, perquè el saber permet entendre i acceptar les diferències entre les persones i deixar a un costat l’enveja, l’avarícia o les injustícies; donant pas a la convivència, l’altruisme, al saber viure.
M.F.

15.5.10

El porqué de un acto

El porqué de un acto es una especie de crucigrama intelectual donde uno intenta rellenar las pequeñas cajitas vacías que se enredan y mezclan y apoyan entre sí, donde ninguna respuesta vale ni más ni menos que todas las otras y también donde cada respuesta por sí sola podría parecer irracional o quizás hasta una locura. Pero juntas, en cambio, se complementan y fortalecen.
E.H.

9.5.10

Hay momentos

Hay momentos en los que lo importante es acertar, y otros en los que lo trascendente es no errar. Ese maravilloso bien que es la paz íntima siempre va unido a instantes en los que el acierto o el error no tienen motivos de ser, y menos de ser planteados. Es el vivir sin tener que decidir; es ese rato que puedes dormir despierto en la cama mientras el sol hace horas que trabaja; son esas vacaciones en las que puedes tomar tanta altura sobre lo cotidiano que todo lo ves lejano y pequeño.
Lo bueno de una actitud positiva hacia nosotros mismos es que, poseyendo el más alto valor, no tiene precio. Cuando esos mismos instantes de paz íntima los puedes reproducir durante un rato cualquiera de un día cualquiera (esos que se inician con un histérico despertador y se cierran con un oscuro apaga y vámonos), estás sembrando en tu cerebro las semillas de esa atmósfera pura y sin agujeros que es la paz que no depende de los demás.
Te propongo que lo experimentes. Ahora mismo o en el primer momento de hoy que decidas. Le dices a tu cerebro "necesito 10 minutos de paz", y si se lo dices con fuerza y te aíslas de todo y todos, verás cómo te obedece. Así de fácil. Así cada día. Y si puedes, varias veces al día. Para el cerebro, no hay mejor laboratorio de pastillas de paz que las que tú mismo, con tu actitud, te prepares.
A.B.
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