29.1.12

Vols dir que et penses que pots trobar la resposta adequada?

- Vols dir que et penses que pots trobar la resposta adequada? – va dir la Llebre de Març.
- Exactament – va dir l'Alícia.
- Doncs, aleshores, hauries de dir el que penses – va continuar la Llebre de Març.
- Ja ho faig – va replicar l'Alícia al moment -. Almenys... Almenys penso el que diré, que vol dir el mateix, ¿no?
- De cap manera! – va dir el Barreter -. Amb el mateix argument podries dir que “Veig el que menjo” és el mateix que dir “Menjo el que veig”!
- I igualment podries dir – va afegir la Llebre de Març – que “M'agrada el que em donen” és el mateix que dir “Em donen el que m'agrada”!
L.C.

25.1.12

20. ANY XINÈS. EL DRAC

22.1.12

Al principio no lo reconozco

Al principio no lo reconozco. El suyo es un rostro como cualquier otro. Camina bajo la lluvia fina, con la cabeza descubierta y las manos en los bolsillos del chaquetón impermeable. Pasa por mi lado y me mira un instante, tímido y confuso, como si dudara entre saludarme o no, antes de seguir su camino sin decir nada. Entonces, de golpe, recuerdo. Me detengo y lo llamo: grito su nombre por encima del ruido de los automóviles. Se detiene como sorprendido, al oírlo. De que lo recuerde. Y se vuelve hacia mí. La ropa de paisano le sienta mal; no parece propia de él. Ha engordado, y el pelo que le queda es gris. Sin embargo, la sonrisa es la misma. La cicatriz del mentón – estuve presente el día que se la hizo, o se la hicieron – se embosca entre las arrugas de la cara, en la piel recién afeitada. - Niño – dice. Me hace gracia el viejo apelativo, tanto tiempo después. Así me llamaban él y sus compañeros: yo tenía entonces veintitrés años. También lo llamo ahora como entonces. - Mi capitán – respondo. Nos estrechamos la mano, entre las luces de los escaparates y los semáforos que se reflejan en el suelo mojado. Tras las primeras palabras quedamos en silencio, mirándonos cautos mientras nos reconocemos los adentros. Resolviendo si es cosa de seguir cada cual su camino, o de quedarse un rato. Recordar y recordarnos. Nos miramos indecisos hasta que, de mutuo acuerdo, decidimos recordar. A.P.

17.1.12

19. PORQUET RECICLAT

15.1.12

Una lectora de mis libros

Una lectora de mis libros me encuentra una tarde de autógrafos en Bilbao, en el País Vasco. “Usted siempre habla de símbolos -me dice-. Quiero mostrarle un símbolo que nunca ha visto”. Al día siguiente va a buscarme en coche al hotel. “No sé cómo comenzó esto –comenta-, pero cuenta la leyenda que un viejo alquimista judío afirmó en una ocasión que los árboles cantaban. El alcalde de la ciudad dijo que, si no era capaz de probar lo que decía, lo mataría. Desde entonces, todos los años, un árbol de Soria canta y vuelve así a salvar, de forma simbólica, la vida de aquellos que creen que todo es posible”. Llegamos a Soria y nos dirigimos a una plaza. Poco a poco comienza a llegar la gente. Y, de repente, una banda de música, al completo y con todos los instrumentos, sube al gigantesco y bicentenario olmo que hay en el centro de la plaza. Cada músico ocupa una rama. A las órdenes de una batuta invisible, el árbol de Soria canta. P.C.

11.1.12

18. PEREGRÍ

8.1.12

Hi havia una vegada un home que tenia por

Hi havia una vegada un home que tenia por de la seva ombra i que renegava de les seves petjades. En volia fugir, però com més corria més petjades deixava, i per molt que corregués la seva ombra no s'apartava d’ell. Aleshores, en creure que el problema era que no corria prou ràpid, va córrer tan ràpid com va poder i no va parar de córrer fins que va morir esgotat. Aquell home ignorava que, si et poses sota una ombra, la teva ombra desapareix, i que si romans quiet, no deixes petjades. C.T.

4.1.12

17. BON ANY NOU 2012

1.1.12

Quiero creer que voy a observar este nuevo año

Quiero creer que voy a observar este nuevo año como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos. Ver a las personas que me rodean con sorpresa y asombro, alegre por descubrir que están a mi lado compartiendo una cosa llamada amor, de lo que se habla mucho y se entiende poco. En cada uno de estos 365 días observaré todo y a todos como si fuese la primera vez, sobre todo las cosas pequeñas, a las que estoy tan acostumbrado que he olvidado la magia que las envuelve. Quiero verme a mí mismo, cada uno de estos 365 días, como si fuese la primera vez que estuviese en contacto con mi cuerpo y mi alma. Quiero ver a esta persona que camina, que siente, que habla como cualquier otra; quiero admirar sus gestos más simples, como abrir la correspondencia, contemplar a su mujer durmiendo a su lado mientras se pregunta con qué estará soñando. Y así seguiré siendo lo que soy y lo que me gusta ser: una constante sorpresa para mí mismo. P.C.
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