30.3.13

Ordeno mi biblioteca.

Ordeno mi biblioteca. Y abriendo libros al azar encuentro huellas olvidadas, recuerdos de momentos y lugares donde fueron leídos por última vez. Tarjetas de embarque de líneas aéreas, postales con notas al dorso, acreditaciones de prensa, un recibo de taxi de Buenos Aires con fecha de 1982, una factura de restaurante de Damasco… Casi todo fue usado a modo de señal de lectura. De la mayor parte olvidé su oportunidad y sentido. Otros me permiten recordar muy bien el momento en que los puse ahí: la lectura de ese libro, el lugar, las circunstancias. También encuentro otra clase de huellas: marcas antiguas deliberadas o involuntarias, subrayados, notas que a veces nada tienen que ver con la materia del libro – esas hojas blancas de respeto al principio y al final, tan útiles cuando no había papel a mano-, quemaduras, manchas de lluvia o agua salada, café, tierra rojiza de África, mosquitos aplastados. Y es que un libro no es sólo un libro. Es también, entre otras cosas, los lugares donde lo leíste, el consuelo que te dio en cada momento, la diversión, la compañía.
A.P.

27.3.13

81. LA VELLA QUARESMA

23.3.13

Lo esencial es invisible a los ojos

Lo esencial es invisible a los ojos… pero a menudo la certeza de lo evidente oscurece nuestra percepción del mundo dificultando que podamos ver más allá, donde reside lo esencial. En Baztan lo invisible alcanza, si cabe, más importancia que lo estrictamente palpable. Todos los bosques son poderosos, algunos son temibles por profundos, por misteriosos, otros por oscuros y siniestros. El bosque en el Baztan es hechizante, con una belleza serena y ancestral que evoca sin buscarla la parte más humana, la parte más etérea e infantil. Esa magia es fácil encontrarla en senderos que se estrechan a medida que penetramos en el bosque para abrirse de nuevo en pequeños claros donde la hierba crece verde y fina como el césped del mejor jardín. En otras zonas, el bosque forma un laberinto abrigado y suntuoso, casi cálido, que se ve reforzado con la constante alfombra de hojas que se extiende a nuestros pies. Los aromas del musgo y la tierra húmeda se mezclan con otro más mineral que cabalga el río Baztan y llega hasta nosotros.
D.R.

19.3.13

80. LABERINT

15.3.13

Yo quiero creer

Yo quiero creer que voy a abrir los ojos cada día como si fuese la primera vez. Ver a las personas que me rodean con sorpresa y espanto, alegre por descubrir que están a mi lado compartiendo algo llamado "amor", de lo que se habla mucho pero se entiende poco. Voy a mirarlo todo y a todos como si fuese la primera vez, sobre todo las pequeñas cosas, a las que ya estoy acostumbrado. Voy a ponerme una camisa que uso muy a menudo y por primera vez voy a prestar atención a su etiqueta, a la manera como fue cosida, y voy a intentar imaginarme las manos que la diseñaron y las máquinas que transformaron este diseño en algo material, visible. Las cosas a las que estoy acostumbrado –como la taza del desayuno, las botas- se verán revestidas del misterio del redescubrimiento. Que todo lo que toque mi mano, vean mis ojos o pruebe mi boca sea diferente ahora, aunque haya sido igual durante tantos años.
P.C.

12.3.13

79. CAMIÑO DE SANTIAGO

8.3.13

Tinc un (un altre) problema

Tinc un (un altre) problema: no sé estar sense fer res. Si em quedo sense fer res, m'adormo i llavors tinc la sensació que perdo el temps. Així doncs, dormo o faig alguna cosa. El que sigui. Durant l'estiu se'm planteja molt sovint aquesta disjuntiva. Quan vaig trobar per casualitat un cargol de mar a la muntanya (em pregunto com va arribar allà des del mar) em vaig posar mans a l'obra. "¿Per què no el deixes com està?", em va preguntar algú que no em coneixia. Després d'unes quantes hores, el resultat va ser un "cargol de mar Paul Smith" que poso a disposició de la coneguda marca londinenca. ¿Veus com sempre s'ha de fer alguna cosa?
A.B.

5.3.13

78. RELLOTGE D'ARENA

1.3.13

Cuando ganes, celébralo

Cuando ganes, celébralo. Celebrar una conquista es importante, es un rito de pasaje. Esta victoria costó momentos difíciles, noches de dudas, interminables días de espera. Desde los tiempos antiguos, alegrarse por un triunfo forma parte del propio ritual de la vida. La conmemoración marca el final de una etapa, aunque, mucha gente rehúsa hacerla por miedo a la decepción, a atraer el "mal de ojo"… Quien así actúa no se beneficia del mejor regalo que la victoria nos da: confianza. Debemos, siempre que sea posible, celebrar hoy las pequeñas victorias de ayer, por más insignificantes que parezcan. Mañana se aproxima una nueva lucha que exigirá nuestra atención y esfuerzo: el recuerdo de un éxito nos hace más fuertes para la próxima batalla.
P.C.
UA-15083347-1