19.9.14

Las palabras no son organismos inertes

Las palabras no son organismos inertes de los que podemos echar mano indistintamente mientras escribimos, como quien echa mano de un puñado de clavos que ensarta en la madera. Las palabras se rechazan y opacan entre sí cuando están mal colocadas; y al contrario, refulgen con un brillo inédito, como repentinos carbunclos, cuando ocupan el lugar adecuado; o, dicho más exactamente, el lugar imprevisto que les permite desplegar su cola de pavo real, su fosforescencia oculta, su música callada, el mar de sargazos y corales que esconden en las grutas de su etimología. Las palabras, un diapasón que ritma los latidos de mi corazón. Amar las palabras es como amar el universo entero, una tarea inabarcable e infinita, imposible de agotar en mil vidas, más por ello mismo mucho más estimulante y dichosa que cualquier tarea que tenga los días tasados. Alegría de retozar con las palabras.
J.M.

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