¡Sábado! El día de la frontera. Descanso para unos, aún laborable para otros. Mañana de correrías de niños por el pasillo, de desayuno con capricho, de excusas de adolescentes para no despegarse del sueño, de escapadas para oler el sol y de listas aburridas de la compra. Unas manos recogen las hojas muertas de los geranios. Otras apilan los diarios acumulados de la semana. Por las ventanas se sacuden las horas pesadas de los lunes, las monótonas de los martes, las cansadas de los miércoles, las fastidiosas de los jueves y las nerviosas de los viernes. En la frontera de los sábados, nos libramos de las legañas del camino. Un permiso limpio en el que anotar, con letra menuda y clara, afanes, siestas y aire fresco. Hasta el próximo sábado.
E.R.
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