17.10.14

Hay un célebre pasaje

Hay un célebre pasaje de El principito en el que Antoine de Saint-Exupéry, sirviéndose de un diálogo entre el protagonista y un zorro, nos explica que la única manera verdadera de amar no es otra sino dedicarnos con paciencia al objeto de nuestro amor, porque solo se puede amar aquello que se conoce, aquello que hemos modelado con nuestras manos, aquello que hemos cuidado con paciencia y veneración. Esta enseñanza, una vez asimilada por el principito, le hará luego decir dirigiéndose a unas rosas engreídas que se creen las más hermosas del mundo: "Sois bellas, pero estáis vacías. No se puede morir por vosotras. Sin duda que un transeúnte común creerá que mi rosa se os parece. Pero ella sola es más importante que todas vosotras, puesto que es ella la rosa a quien he regado. Puesto que es ella la rosa a quien puse bajo un globo. Puesto que es ella la rosa a quien abrigué con el biombo. Puesto que es ella la rosa cuyas orugas maté (salvo las dos o tres que se hicieron mariposas). Puesto que es ella la rosa a quien escuché quejarse, o alabarse, o aun algunas veces callarse. Puesto que ella es mi rosa".
J.M.

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